Cuando éramos pequeños...

¡Que época aquella, en la que los chicles costaban 5 pesetas!
Nos ilusionábamos con todo. En verano, jugábamos a buscar monedas en la piscina o en su defecto las típicas piezas de gresite azuladas, que todos los años sin excepción, se desprendían.

Nos encantaba jugar al veo-veo, al pilla-pilla, al escondite inglés (sin mover las manos ni los pies).
Disfrutábamos inventado un lenguaje que supuestamente nadie entendía. Y Entre sílaba y sílaba introducíamos la ti. ¿Ti Tu ti no ti a ti cu ti er ti das? Pues eso.
Además utilizábamos expresiones ridículas, que nos parecían "mu ways": “Alguien siempre se la pochaba” y además era “un copiota de cojones”.

Era nuestro pequeño mundo. Habitado por un ratón que traía regalos mas grandes que él cuando se te caía un diente. Por cierto, yo una vez lo ví. Todavía no he logrado que mi madre se baje de la mesa del comedor.

Estaban los reyes magos y papa No é (y mamá tampoco). Y el típico niño tocapelotas que te quitaba la ilusión. Los pitufos, los picapiedra, oliver y benji, los caballeros del zodiaco, Juana y Sergio, los fruitis, Xuxa con el xuxuxu xaxaxa y el famoso "ilarilarile oh oh oh.." y las despampanantes mamachicho me toca.

Todavía recuerdo cuando nuestro mayor problema era enfadarse con menganito, porque entonces “ya no te ajuntabas” y eso, era muy grave, síntoma de mal agüero.
Entonces, “dejabas de ponerte” con unos para ajuntarte con otros. Y los otros, siempre querían que se la pochase el arrejuntao, porque “el último se la ligaba” y alguien antes siempre “se pedía primer” o se le ocurría la “casa”. Yo para esas cosas, nunca fui muy espabilada, para que engañarnos.

En mi época, jugábamos a “V” y a “sensación de vivir” en el patio del colegio. En V, ninguna niña quería ser lagarto (exceptuándome a mí que me encantaba la morena mala) y en Sensación de vivir, las niñas se peleaban porque siempre me tocaba Kelly. No se que tenía Kelly, porque yo en realidad quería ser Brenda, pero no me dejaban, porque a mí Brenda, según ellas no me pegaba. Así que hacía de Kelly a disgusto y con todas encabronadas. Vamos, nadie estaba contento y nadie se ajuntaba con nadie.
Entonces, yo me iba a jugar con los chicos. Que eran más brutos, pero no me calentaban la cabeza. Siempre volvía a casa con algún chichón y me ponían mercromina. Oh, eso si que molaba!! Molaba más que las piruletas azules que te dejaban la lengua morada una semana y media :) ¡anda que no! Entonces nos montabamos un mongólogo entorno a las piruletas:

-¿De que color tengo la lengua?
-Azul, ¿y yo?
-Azul, pero yo la tengo más azul.
- Mentira, porque yo la tengo mas azul que tu, que me lo ha dicho mi padre que es policía..

Y bis bis bis.. con la misma conversación…3 horas. Hasta que venía algún niño y le daba por preguntar:

-¿Cómo te llamas?
- Y yo le respondía: pues Amaia (y el niño toca-pelotas te contestaba...)
- Anda como la abeja! Eres la abeja amaia, eres la abeja amaia de un pais multicolor…
- Y yo le respondía que él era, una mosca cojonera.

Estas, las moscas cojoneras, no desaparecen con la infancia. Al revés, crecen y se reproducen y cumplen sus funciones.

Si es que nos quedamos con todo lo malo... xD

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Alé y colorín colorado este cuento se ha acabado. Creo que los niños de ahora dicen algo así como.. "colirín colorete por la ventana se escapa un cohete". O eso oí ayer. En fín da igual. Ya os contaré algo mas de mi vida. En otro momento.

Nos vemos el Martes. Me voy a achicharrar en la playa (si el tiempo lo permite) y a inyectarme mojitos.
Buen fin de semana a todos.

Besos!