Eva

-¿Qué te pasa con Eva? Ella, es como el sol. Me da la vida. - Dice.

-Podrías haber elegido una linda flor o una elegante, vistosa y libre mariposa. Quizá una pequeña y luminosa estrella, que permaneciese fija. Sin embargo, tú has decidio quedarte con el sol. Con eva, la gran Eva. Perdóname pero, resulta diabólico. Masoquista diría yo.

-¿Qué tiene de perverso? Ya es una estrella, pues brilla con luz propia e ilumina mis dias. Además calienta mis noches. Es más bonita que una flor y cuando estoy junto a ella, vuelo. Es magnánima y elegante. la principal, la número uno.

-¿Te has parado a pensar que no es recomendable mirar directamente al sol? Supongo que sabes que puede dañarte la vista, incluso dejarte ciego.

-Bueno, eso es sólo un riesgo que asumir.

-Muchas horas al sol te quemarán la piel...

-No me líes, concluye. -Ella es única.

-Vaya, ¡veo que desconoces que sólo en nuestra galaxia existen catorce millones de estrellas semejantes!

-Es probable, pero no me apetece viajar a otro lugar.

-Entonces te quedarás ciego y poco a poco terminarás con quemaduras de primer grado.

-¡!Ay! amigo mio. No insistas, que esta batalla es mía. Le responde. ¿No es eso acaso, lo que hace que se acabe el amor? Da igual que sea un sol u otra estrella. Todo eso da igual. No importa que sea elegante o fea, grande, pequeña... da igual.

-Touché. -Responde. Sabés entonces que te quemarás...

-Sí, probablemente. Pero a lo grande.