Eran las 12.45 de la mañana. Una mañana ajetreada. Un
paciente tras otro. Sin parar. Consulta y evaluación. Entrevista a los
familiares. Unos resignados, otros que sollozan. Alguno que te mira y sin decir
nada, lo dice todo.
Me levanto, necesito 5 minutos. Aparece R, “Tienes otro paciente
esperando”, me dice. “Te dejo el “papelote”
sobre la mesa”. Afirma.
-“Voy al servicio”,
le respondo.
Me paro frente al
espejo, ensimismada. Debería haber dormido más. Me regaño. Todos los viernes
igual. Apoyo los brazos sobre el lavabo. Decido refrescarme la cara.
Suspiro…. (Silencio).
Me coloco la bata y vuelvo directa a consulta. Entro (confieso
que mirando el Whatsapp, mi chico tampoco ha dormido nada).
Levanto la cabeza y observo al paciente sentado en la silla.
Me parece extraño, todavía no le he llamado. R, ha debido traerle mientras estaba en el servicio, para ahorrar
tiempo. Seguro que si paso por la sala de espera, me infarto (pienso).
-“Buenos días…” (¿Y este como se llama? Me digo). Busco, rebusco y encuentro. Vistazo rápido: Hombre,
72 años, Dislipemico, frontalizado, Anticoagulado con Adiro 100, deterioro
mnésico de inicio evolutivo de 2 años con curso progresivo, Bla Bla Bla… Decido comenzar la entrevista.
-“Dígame Señor J,
¿cuál es el motivo de consulta?”.
Silencio. Un largo silencio. Y al final, comienza una respuesta: “Yo… lo que necesito..” (…) Más
silencio prolongado. Decido ceñirme a una entrevista semiestructurada. “¿Dígame, qué tal se encuentra de la
memoria?”
-“Perfecto” ,responde.
(Otro Anosognósico, pienso). Continúo
la entrevista y la finalizo. (El desarrollo tiene su punto, pero sería
extenderse demasiado). Comienzo la exploración neuropsicológica. Decido empezar
por la memoria. 20 minutos después el hombre se levanta. Me mira serio. Directo
a los ojos y pregunta :
-“¿Queda mucho?”
–“Acabamos de Empezar J. Siga haciéndolo
así de bien.”
-“Pero….” , Insiste.
“Pero...” (se sienta, me mira, agacha
la cabeza y pregunta con una vergüenza palpable: “¿de verdad necesita usted saber todo esto, para darme la viagra?”
Sin engañarnos: FLIPO.
(Y abro los ojos mucho, seguro). “¿la
viagra J?” le digo.
-“No me llamo J, pero
no quería interrumpirle”, confiesa.
Sin engañarnos: FLIPO
MÁS. (¿Responde a un nombre que no es el suyo y no dice nada antes?).
-“Espere un segundo
por favor”. Me dirijo a la sala de espera y busco a J. Efectivamente allí estaba,
esperando pacientemente con su hija. Decido derivar al Falso J a la consulta
del geriatra, le indico donde es y vuelvo con el paciente que ya debía haber
evaluado.
A las 4 de la tarde comienza la reunión. Empezamos a poner
los casos en común. Llega el geriatra, me mira y se ríe (descojona). No
entiendo nada. Él me lo aclara: “ Me has mandado a un señor no citado, que se
ha colado en tu consulta y se ha saltado todas las listas, a pedirme la viagra”
(mierda pienso, esto me pasa por novata).
-“Me ha confesado que
tu compañía era agradable pero me ha pedido que te diga que recuerda muy bien
como follar, sólo que le falla el
instrumento”.
Me rio y se lo revelo:
Le he evaluado la memoria semántica, la episódica, la de trabajo, la verbal, el
recuerdo diferido con y sin claves, la
memoria reciente y la remota y …. Sí. “Ha
terminado hasta la polla”…